Afirma Victoria Prego en su artículo «Salgan del Armario», publicado en el «El Mundo», edición del sábado día 1 de octubre, que le consta que muchos diputados socialistas catalanes y de Convergencia i Unió votaron «Sí» al Estatuto sin estar de acuerdo con ese documento y que el entusiasmo catalán en torno al nuevo Estatuto es bastante «ficticio».
Si eso es cierto, los que votaron «Sí» sin estar convencidos fueron cobardes irresponsables a los que la historia pedirá cuentas muy pronto.
Pero lo que realmente refleja el «Sí» hipócrita de esos diputados es el déficit democrático que padece España, sobre todo en su sistema legislativo, donde los diputados no se relacionan apenas con los ciudadanos a los que representan y someten su lealtad no a los representados sino a las élites de sus respectivos partidos políticos, que son las que, en definitiva, los incluyen o los excluyen de las listas electorales.
El voto en contra de los intereses de los representado o contrario a los propios principios no es una excepción en el sistema democrático español, ya que muchas veces viene exigido por los partidos políticos y amparado en los falsos conceptos de la lealtad a la formación y la disciplina interna.
Lo dice Franky en su Voto en blanco. Y lo dice bien.
Muy cierto. Siempre he dicho que, dado el sistema político actual, se podía asignar un porcentaje a cada líder de partido, y que las decisiones se tomaran entre ellos, según esos porcentajes. Así nos ahorrábamos el salario de un buen puñao.