«Cuando el hombre recuerda, sobrevive la esperanza». Simon Wiesenthal.
Descanse en paz
Luis I. Gómez
Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.
La esperanza carece de sentido si no existe el recuerdo de un mal pasado. ¿Qué sentido tiene confiar en sacar la cabeza del pozo si no recuerdas que hay un pozo?
La esperanza no sobrevive gracias a los recuerdos, sino que existe gracias a los recuerdos negativos.
Y leer…
La memoria es el suelo de la casa de la vida; casa que se construye a la vez desde el suelo y por el tejado. Uno y otro la hacen ser lo que es: sostén y cobijo, refugio y hogar. La esperanza es el tejado de la vida, el que la abre hacia arriba y en cada instante le confiere abertura, anchura e ilimitación.
La vida resulta una tensión permanente entre recordar y proyectar, entre retenimiento de lo que nos preexiste sosteniéndonos y lanzamiento a lo que todavía no somos y nos está confiado como tarea, posibilidad y riesgo.
Si hay que recordar fielmente, hay que poder olvidar también. Una memoria obsesiva, total, no deja espacio para el futuro.
Hay hombres prisioneros del pasado y otros, en cambio, prisioneros del futuro. Ambas mansiones son distintas, pero una y otras son prisiones.
El hombre sano vive del pasado y del futuro pero no sucumbe e ninguno de ellos ni por ninguno se deja encarcelar. Hay enfermedades que derivan de fijaciones en realidades o experiencias verdaderas del pasado, pero absolutizadas hasta no dejar espacio real para acoger a otras nuevas. Estas fijaciones se pueden referir también al futuro. Muchos viven agónicamente una «pasión del futuro», esperanzas absolutizadas que les cierran la posibilidad de realizar en concreto (y en pequeño) nada.
En ambos casos se quedan sin la única realidad vivible: esa franja de presente que, si recibe sus aguas del pasado y del porvenir, sólo es fecunda en la medida en que de alguna forma niega a los dos para poder ser sí misma.
Es terapéutico escribir.
Gracias a mis recuerdos sé (pues la empírica no es otra cosa que recordar y catalogar lo observado) que tras una tormenta vuelve a salir el sol.
Y es por ello que aguardo, esperanzado, apoyado en el alfeizar de mi ventana, viendo llover, para poder salir después al jardín a cortar el césped.
Porque recuerdo lo que ocurrió con Pepe Botella, espero que se acabe lo de ZP y sus secuaces. 🙂
Pues claro que sí Lou Reed.
Luis, la frase no hay por donde cogerla.
Del recuerdo del pasado a la esperanza en el futuro. Es sabido que la esperanza es una característica indisociable con el judaísmo. Pero mirando al pasado, ¿sobrevive la esperanza? No lo entiendo, me suena a Bloch o Benjamin, también judíos.
Aquí hace falta un exégeta.
Descanse en paz Simón Wieshental.
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Espero y deseo fervientemente que Alcaraz le imite mientras las cosas sigan así para la AVT. (Ya sé que no son cosas iguales; que la magnitud de la Shoá está por encima de cualquier discusión. Pero, ¿hay libertad sin justicia?).
Cada vez que escucho la palabra Holocausto, la primera imágen que me viene a la mente es, curiosamente, el rostro de Ortega Lara al poco de ser liberado.
Que nadie le busque tres pies al gato en este comentario.
Eso te pasa por materialista, AMDG 🙂
Que en paz descanse, en el seno de Abraham.
De todas formas, a la frase no el acabo de coger el punto…
Amen.