¿Qué tienen en común las elecciones presidenciales recién celebradas en el Irán con los recientes referéndums francés y holandés sobre el Tratado Constitucional europeo? En apariencia la pregunta puede parecer absurda, dadas las enormes diferencias entre dos democracias occidentales y una teocracia del Oriente Medio, pero la comparación de los resultados sí que aporta algunas indicaciones sorprendentes… e inquietantes.
El parecido más evidente es el de que los resultados de las tres votaciones fueron aplastantes, particularmente por su carácter arrollador. Además, los tres fueron acogidos con alegría por los neoconservadores americanos y otros halcones que ven sus instintos eurófobos y, en particular, francófobos confirmados. Los “neocons” están contentos también porque sospechan que puede haberse abierto la vía hacia el “cambio de régimen” en el Irán, porque, con un presidente partidario de la línea dura, la opinión americana y occidental puede considerar ahora la subversión o los ataques militares mucho más aceptables.
Una tercera semejanza se refiere a la intensa correlación entre la condición social y económica de los votantes y sus preferencias. Cuanto más pobre, más económicamente inseguro y menos instruido sea un votante más probable es que haya votado contra la propuesta constitución en Francia y Holanda y a favor del candidato islamista Mahmoud Ahmadinejad en el Irán.
Un último paralelismo es el de que las campañas vencedoras en las tres votaciones fueron catalizadas por llamamientos populistas contra una minoría afianzada y –cosa menos explicable, pero indiscutible– contra la intrusión y la influencia exterior. En cada caso, el blanco fue una minoría que se ha vendido al capitalismo o al cosmopolitismo o ambas cosas y que era totalmente ajena a la difícil situación de las personas corrientes y a su identidad y tradiciones.
El significado de esas semejanzas para el futuro de la paz y la democracia no está nada clara. Sin embargo, las consecuencias no son tranquilizadoras precisamente.
Magnífico artículo de Pierre Hassner. Hay que leerlo entero.
Spot the difference: In Iran, won the option of the government’s
«Clearly, Ahmadinejad has a real base of support. But the fact that he ran as a populist, talked about helping the poor, condemned the government’s performance, and acted almost like an opposition candidate are all irrelevant: he was the regime’s choice, and, in the end, he received official help even against rival hardline candidates. The regime played its hand brilliantly. It turned the slightly more pragmatic Hashemi Rafsanjani, who disagreed with some current policies, into the “establishment” figure and its own man into the rebel. The government thus used anti-establishment feeling to revitalize its own rule» (Barry Rubin, GLORIA)
Hombre, ciertamente el NO francés fue más una respuesta chauvinista que un NO real.
«Cuanto más pobre, más económicamente inseguro y menos instruido sea un votante más probable es que haya votado contra….»
¿Y cuantos instruidos han votado por el No?, En Holanda dificilmente podemos hablar de pobres, inseguros y menos instruidos. Argumentos del NO, surgieron desde todas las capas sociales.
Discutible y arriesgada afirmación de Pierre Hassner, (como gran parte de su artículo), y que decir si la enfrentamos con los datos españoles, y la campaña de la ignorancia de los del Rio-Psoe a favor del Sí.