El desencuentro entre liberales y socialistas.

Insultos, descalificaciones, amenazas, denuncias. Menuda semanita llevamos y, a juzgar por lo tenso del ambiente, menudas semanitas nos esperan! Un verdadero verano caliente.

Es completamente natural, que las personas quieran defender sus convicciones y quieran organizar el mundo según les dicta su ideología. La cuestión moral que subyace no se refiere tanto a la legitimidad del hecho en sí, sino a cómo se alcanzan esas metas. Cómo deben ser llevadas a la práctica las ideas políticas, las concepciones religiosas, los modelos sociales y económicos? Cómo, con qué medios, podemos avanzar en la consecución de objetivos de interés general?

Encuentro, fundamentalmente, dos procedimientos. El primero consiste en publicitar las propias ideas e intentar convencer con argumentos a otros hombres para que adopten voluntariamente el proyecto presentado. Sería la manera liberal. La alternativa se basa, empero, en la aplicación de «la imposición». Para ello disponemos de dos caminos. La variante dura hace uso de una dictadura pura y dura que sólo acepta una concepción socioeconómica de la vida, variante que fué la elegida por los desaparecidos países del bloque del este, aún mantenida por otros como Cuba o Corea del Norte y deseada por otros como Chávez en Venezuela. La variante más fina utiliza también el aparato represivo del Estado, esforzándose no obstante en revestir sus imposiciones de legitimidad democrática (el famoso «lo hemos aprobado con la mayoría del Congreso», vaya). Es la manera socialista actual, la que nos ha tocado vivir con Rodríguez.

Tenemos aquí, pues, dos opciones: mercado o política, que queremos comparar bajo aspectos éticos.
En la democracia, cada ciudadano dispone de la oportunidad de, cada 4 ó 5 años, otorgar su voto a éste o aquél partido, concediéndole por el mismo acto un cheque en blanco con el que el partido ganador podrá hacer y deshacer durante un período legislativo. Los votos de los partidos perdedores se pierden para siempre en el limbo de la «minoría». Tras las elecciones, todos los medios de represión estatales están a disposición de la oligarquía partitocrática del partido victorioso para imponer sus decisiones.

En el mercado, por el contrario, cada billete de cinco Euros es una papeleta de voto. Voto que se puede conceder en cualquier momento. Los votos de las minorías no se pierden. Contrariamente a la política, en el mercado todos encuentran respuesta a sus necesidades, por muy minoritarias que estas sean. La libre competencia es un instrumento muy eficaz de «desentronización». Si el producto no gusta o no es necesario no hay «voto» y desaparece.

El mercado garantiza la diversidad; la política impone la uniformidad. En el mercado son los consumidores, sin la exclusión de minorías, quienes determinan quién y qué sobrevive; en la política reina sólamente un pequeño grupo de políticos profesionales sobre la voluntad de todos.

Es ciertamente correcto que en el mercado, el poder adquisitivo y en consecuencia el peso de los votos se distribuyen desigualmente, mientras que en la democracia cada voto de un elector tiene el mismo peso. Ello no es un argumento en contra, sino a favor del mercado, ya que en él los votos no se asignan, sino que se ganan. El valor de la renta personal es una expresión de la propia productividad y del aprecio de los socios que ejercen su derecho al intercambio voluntario. En el mercado los votos son fruto del trabajo y no regalo de la «autoridad». Su distribución es justa, ya que ésta corresponde a la estimación subjetiva de quienes comercian con el «votante».

En una sociedad liberal cualquier tipo de utopía es realizable, por irrealizables o inusuales que parezcan y siempre que la participación en estas utopías se base en el voluntariado.

Consideremos algunos ejemplos:

– La comunidad religiosa Amish en los EE.UU renuncia a las tecnologías modernas y prefiere vivir según el estado técnico de la primera mitad del Siglo XIX. Sin duda, los Amish están en su pleno derecho de vivir sin electricidad, coche y medicamentos modernos. Los liberales defienden la libertad de cada ciudadano particular de elegir el estilo de vida que corresponde a su concepción del mundo. El liberalismo se opone no obstante con determinación a toda tentativa de imponer la propia concepción del mundo a los demás. La semejanza de los Amish con los ecologistas es evidente. Ambos grupos son enemigos de las nuevas tecnologías y proponen una vuelta a los métodos tradicionales de explotación de la tierra. Pero, a diferencia de los Amish, los ecologistas intentan, por medio del uso de la política, convertir sus ideas en obligatorias para todos. Esta forma de «manipular» la política les convierte en enemigos de la libertad.

– También válido para el sector «rojo» del espectro político: en una sociedad libre todo el mundo puede vivir según su opinión y unirse con personas que comparten las mismas ideas. Han habido muchas tentativas comunales y voluntarias de vivir y trabajar según los conceptos socialistas o comunistas. Un ejemplo de ello fué la fracasada comuna comunista (valga la redundancia) New Harmony fundada en 1824 en los EE.UU, inspirada y financiada por Robert Owen (1771-1858), el copropietario de una de las mayores empresas industriales de Inglaterra. En New Harmony debería de cobrar vida el viejo sueño izquierdista: «…todos viven según sus necesidades». Owen creó otras comunas en Gran Bretaña y México que, no obstante, fracasaron al poco de su fundación. La experiencia más lóngeva de este tipo son los Kibbuzim en Israel, en los que reina un estricto colectivismo. El trabajo asignado debe realizarse en el Kibutz, sin sueldo, a cambio de la garantía de subsistencia para las familias. Incluso los bebés viven en algunos Kibbuzim separados de sus padres, para que la influencia del colectivismo sobre la educación de los niños siga siendo íntegra. A pesar del gran compromiso de sus miembros y de masivas ayudas financieras, los Kibbuzim están en plena decadencia. Su aportación a la economía israelí disminuye desde hace tiempo de manera constante. Sobre todo las jóvenes generaciones han abandonado este modelo.

En una sociedad liberal, todo tipo de experiencia social o política es posible. El liberalismo apuesta por la libre competencia entre ideas y modelos políticos y sociales. Lo más racional sería experimentar nuevas concepciones primero en un marco reducido, antes de que se exija su transferencia sobre unidades sociales mayores . Socialistas y ecologistas prefieren no obstante considerar al conjunto de la sociedad como laboratorio para desarrollar las tentativas cuyo éxito, como hemos visto en los modelos a pequeña escala, no ha podido probarse nunca.

Debo añadir: el mercado libre fija estrechos límites a quienes usurpan o distorsionan o abusan del poder, porque en él solamente son posibles transacciones voluntarias . Por lo tanto, todo aquel que apologice e intente imponer sus ideas sociales, religiosas, nacionalistas y ecológicas es enemigo de la libertad. Su objetivo es el control del Estado, ya que con sus medios de represión y legislación puede someter a todos y forzar a optar por sus ideas.

Para mí está claro porqué recurrimos tán fácil al insulto y la descalificación. Liberales y socialistas convivimos en una relación asimétrica: mientras que el socialista podría vivir según sus ideas en una sociedad liberal, el liberal no puede sentirse nunca libre en una sociedad socialista.

Los verdaderos términos de la discusión son, por tanto:

* Ordenar o convencer.
* Acatar o decidir.
* Uniformismo igualitariasta o diversidad.
* Obligación o voluntariado.

Los insultos se los dejo todos a «ellos».

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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9 comentarios

  1. En relación con las loterías, hay que decir que la mas antiigualitaria es la loto, una máuina de hacer millonarios en euros.

    Por descontado, obra del PSOE. G Bueno se ríe mucho de esto. Los sociatas crean una maquina de hacer ricos. ¡Cuanto les jode que haya gente como los de zara, ikea, starbucks, microsofot, google! Pues a joderse hermanos, y así «¡hasta la victoria!.

  2. Luís, lo digo completamente en serio, cada vez que esta gente dice «democracia» es para echarse a temblar por las libertades que vamos a perder.

    Otro ejemplo que me dejaba es el que nos brinda el comentarista Mikel, el de que el mercado es muy poco democrático. Evidentemente clama por la restricción de la libertad. Hay un ejemplo muy llamativo de pérdidas de libertad «por nuestro bien». No son graves pero a cambio son muy claros y fáciles de entender (los graves atentados a la libertad están, no más ocultos, pero sí más armados de retórica y mala leche). Es la retención que nos hace hacienda. El argumento «social» que se esgrime no puede ser más paternalista: hay *algunas* personas, ojo que nunca nos determinan cuántas, que se quedarían sin dinero porque, al no ser conscientes de que hay impuestos, lo gastarían, con la consiguiente molestia. Pero no es sólo «por nuestro bien» ¡es que se lo sacan a todos! repito, a todo el mundo. O sea, con la coartada de asistir a quien no puede, igualitarista a matar, se nos «libera» de la pesada carga de los intereses de nuestro dinero a todo el mundo. Si lo piensas es de una cara dura pasmosa. Es tan, tan como digo que las empresas le ponen el segundo dedo en alto a la administración y le dicen que de eso nada, que liquidan al final del periodo. La prueba de la esencial culpabilidad del estado «social» en este asunto es que el periodo de las empresas es trimestral y el de los particulares anual ¡hay que tener cara dura! ya digo.

    Ejemplos como este menudean. Por cierto, a un amigo progre le dije esto y salió como siempre salen «sí, no tenemos muy bien resuelto el asunto este de los problemas que causa a la gente que sí tiene control sobre su dinero, pero lo importante es lo importante». Con esto, a mi modo de ver las cosas, vienen a demostrar que *saben* que apiolan la libertad con su igualitarismo, que *de hecho* la liquidan, pero les da igual (Y se me ocurre ahora de paso que sería facilísimo que el estado fuera generoso con la gente despistada con sus pagos a hacienda, sería muy fácil de comprobar quién es un verdadero despistado y podría el estado ser generoso, pero ¡amigo! la pela y las izquierdas son asínnnn, dinerito que entra en el bolsillo jamás vuelve a ver la luz del sol)

  3. Es una pena que esté trabajando….

    Gracias amigo Dogson, me ahorras contestar a Mikel y argumentar sobre la falacia ecologista.

    Estimado Fran, creo que el tema individualismo-colectivismo merece un post aparte. Me pondré en ello en cuanto pueda.

  4. «Y eso es lo que se va a conseguir al ritmo actual. Entonces habría que plantearse hasta que punto la libertad permite la destrucción de un patrimonio que pertenece a toda la humanidad por parte de personas con intereses concretos, sean éstos cuales sean.»

    Por si no ha quedad claro lo que digo, enmarco esta frase antilibertades «por nuestro bien». Lo voy a dejar más claro: esta frase se la hemos oído a Franco y a Pol Pot. El esquema es el mismo: el bien común obliga a restringir la libertad de la población. El bien común lo dicta una opción política, la del que emite esa frase. La opción política acaba con la libertad y arrasa con la democracia.

    A ver si te enteras: nuestra opción política está basada en un desacuerdo absoluto con el diagnóstico de los ecologistas y más radicalmente aún con los medios que propone para su «solución». Peor aún, no ha habido diálogo de ningún tipo entre los ecologistas y las opciones políticas que se les oponen, simplemente ha habido presión y campañas de propaganda con manifiestas mentiras en ellas, con lo que las pretensiones «por nuestro» bien son previsiblemente más peligrosas para todos que el simple fracaso porque abren la vía del poder a fanáticos.

  5. «sin hablar de la contaminación del aire y el agua, todo ello por la acción del hombre) en favor del patrimonio personal de algunos.»

    Otro slogan vacío. ¿Por ejemplo el patrimonio personal de Bill Gates? Pero da igual, donde se ha destruido la naturaleza es donde o no ha entrado el capitalismo, en África o en los países socialistas. A mi los ecologistas me parecían bien hasta que el silencio atronador sobre los desmanes de Cuba o China me convenció de que, simplemente, la ecología es otro engañabobos de la izquierda para sacar esa supermegalegitimidad que necesita para robarnos las libertades «por nuestro bien»

    Para el otro:

    No es cuestión de democracia sino de libertad. Cosa que, por cierto, deja claro el primer comentario donde, como han hecho los dictadores de todo pelaje, defiende la restricción de la liberad en aras de objetivos más altos, sin considerar que la única diferencia es que los objetivos más altos de Franco, por ejemplo, eran más del gusto de Franco, simplemente y los de él son más del gusto de él. A los demás, pues lo lamento, pero nos suena a lo mismo, los liberticidas justificando su afán «por nuestro bien».

    Respecto a la democracia. Cada vez me harta más la insistencia de los progres en la democracia. Eso está muy bien para quien no lo hayan enredado antes, pero ya tenemos acumulados muchos años de gestión socialista y cada vez que oigo la palabra «democracia» de boca de un progre me pregunto qué libertad nos va a quitar.

    Un ejemplo maravilloso de la palabra «democracia» en manos de un liberticida se da en la enseñanza. Antes del Concierto Económico, el sistema de financiación de la enseñanza, había un sistema bastante más plural. Peor que bien, los padres podían escoger el colegio de sus hijos. En eso que vienen los igualitaristas y se quejan de que en los centros de enseñanza no hay democracia, que los órganos de dirección, lo que ahora se llama consejo escolar, no era democrático. El Concierto primero y la LOGSE después consiguen un sistema donde, debido a la reglamentación aplastante, las escuelas públicas tienen pocas diferencias sobre las privadas (las pocas diferencias que hay explican algunas cositas poco agradables para el progrerío), pero eso sí, son muy democráticas. Han liquidado la posibilidad de elegir de los padres o la han limitado muy seriamente, luego viene un progre y nos dice que todos, alumnos y padres, pueden participar eligiendo a sus representantes en el Consejo Escolar. Yo no veo democracia y, desde luego, la libertad ha desparecido liquidando la capacidad que teníamos de elegir. La segunda parte, más miserable todavía, es que se vanaglorian del igualitarismo y denuestan la competencia de los centros concertados ¡encima les parece mal que la poca capacidad de elegir vaya en su contra!. La gente huye de los progres cuando puede (sería muuuuy interesante saber cuántos progres acaban llevando su hijo a centros concertados).

    Este es un ejemplo perfecto de qué quieren decir los progres cuando hablan de democracia: hay que pelear por nuestra libertad. Lo mismo pasa con la justicia, que en nombre de que a los jueces no los ha elegido nadie, meten mano desde la representación parlamentaria, como si fuera lo mismo elegir el legislativo que el judicial. Eso sí, hacer como en EE.UU. que eligen a los jueces directamente, de eso nada, a lo mejor la gente los manda a donde se merecen. O sea, que democracia sólo si ganan ellos o pueden enredar a los distraídos, si no, pues se habla de otra cosa.

    Esa es la izquierda. Igualitarista, antilibertades, totalitaria.

  6. Vaya. no se si calificar el párrafo:

    En el mercado, por el contrario, cada billete de cinco Euros es una papeleta de voto. Voto que se puede conceder en cualquier momento. Los votos de las minorías no se pierden. Contrariamente a la política, en el mercado todos encuentran respuesta a sus necesidades, por muy minoritarias que estas sean.

    Quizá falacia, quizá demagogia.

    Poeticamente te ha quedado bien, pero lo que no dices es que un voto (de papeleta) no entiende de clase social, de rachas, de injusticia. Un voto es un poder que todos tenemos, el mismo poder. Un hombre, un voto. Pero un billete de cinco euros, habrá personas que tengan sólo uno, otras que tengan millones y otras que no tienen nada. Ahí está su supuesta democracia basada en el dinero.

    Ni se le puede llamar democracia, porque hay gente que no podría votar, y otros que podrían hacerlo muuuchas veces.

    Y es que los liberales no lo entendeis, es increible: LA GENTE NO NACE CON LAS MISMAS OPORTUNIDADES QUE OTROS.

    ¿Tan dificil es de comprender?

  7. No sé si existe lo que tú llamas suicidio evolutivo, pero si es cierto que se ha ido perdiendo patrimonio de la humanidad (especies extintas, zonas desertizadas, sin hablar de la contaminación del aire y el agua, todo ello por la acción del hombre) en favor del patrimonio personal de algunos. Eso no solo es intolerable desde un punto de vista comprometido con el medio ambiente, sinó que, desde mi punto vista, es un robo del futuro común por el presente individual.

    Me gustaría saber qué piensas sobre las ideas de colectividad e individualismo, porque creo que es ahi donde está una parte del problema inicial.

  8. Estimado Fran, el liberalismo social no existe sin el económico, es mi opinión, claro. Las rentas no tienen que ser iguales.

    A cada uno lo que le corresponde. Herencias, de acuerdo, loterías, en una sociedad liberal no son necesarias. Ahora bien, el juego parte y reparte por azar, no es una situación básicamente injusta la que genera. Lo de mantener el capital es lícito y razonable. Ahora bien, liberalismo sin responsabilidad no es más que capitalismo salvaje, y no se trata de eso.

    En el último pounto tampoco estamos de acuerdo. No creo en absoluto que estemos en proceso de suicidio evolutivo. No existen estudios que lo demuestren.

    Saludos,
    Luis

  9. Vaya, muy completo el comentario. Aunque ideológicamente no estoy muy de acuerdo, me parece que está fantásticamente argumentado. Dicho ésto:

    No todos los liberalismos son iguales. Existe el liberalismo económico y el liberalismo social. Y aunque los dos se basan en anteponer las libertades a comportamientos impositivos o intervencionistas, está claro que no persiguen objetivos idénticos.

    Una de las cosas que dices, «El valor de la renta personal es una expresión de la propia productividad y del aprecio de los socios que ejercen su derecho al intercambio voluntario», es cierta, pero eso no significa que cada uno tenga el capital que se merece o que se ha ganado. Ahí se podrían poner ejemplos que van desde la lotería a las herencias. Con lo que el peso económico, a veces, se establece en ciertos grupos sociales muy concretos, y luego es dificil cambiar eso, ya que esos grupos intentan retener el capital dentro de los mismos.

    En el caso de ejemplos como la ecología, creo que has estado muy poco acertado. Si es cierto que los ecologistas intentan convertir en obligaciones las medidas referentes al cuidado y conservación del medio ambiente, pero por una razón muy sencilla: seamos de la ideología que seamos, una cosa compartimos, ninguno tenemos en nuestros objetivos la desaparición de la raza humana. Y eso es lo que se va a conseguir al ritmo actual. Entonces habría que plantearse hasta que punto la libertad permite la destrucción de un patrimonio que pertenece a toda la humanidad por parte de personas con intereses concretos, sean éstos cuales sean.

    Por último, yo creo que la diferencia principal de liberalismo vs. socialismo, no es tanto «uniformismo igualitariasta o diversidad», sinó «colectividad o individualismo». Yo creo que estos conceptos estan mucho más ligados a la rivalidad liberalismo vs. socialismo que no modelos económicos o institucionales concretos.

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