Ajopringue: al pan, pan y al vino, vino

Llevan unas semanas como escondidos. Ignoro el motivo por el cual no termina de funcionar la sindicación en RL, pero he de reconocer que echo mucho de menos a Mao, de la Vogue, Fidel y compañía. No porque no les lea, que lo hago, sino porque me faltan los ajos en la principal de Red Liberal.
Hoy atacan cual Quijotes obnubilados contra los molinos de la mafia (perdón, de colegio) de médicos y su corporativismo ciego:

Sí, así lo creo yo, porque para llamarse eutanasia hay que contar con el consentiminiento, bien del enfermo, bien de su familia más directa, y el doctor Luis Montes no tenía dichos permisos. Mató a alrededor de 400 pacientes bajo su propia decisión, sin consultar a nadie, pacientes que no sabía si querían vivir (muchos de sus casos se reducían a dificultades respiratorias graves que podrían haberles permitido sobrevivir varios años más). Y bajo mi punto de vista, eso se llama asesinato.

Lo de Simancas es una torpeza reiterada, de hecho no hace más que liar las cosas, y de ello se dan cuenta en el gobierno central, de hecho ya hemos escuchado a Zapatero pedirle que politice el asunto, ya se lo ve venir, son demasiadas las veces que les han salido por la culata unas acusaciones al PP (normal por otra parte). Pero Simancas, erre que erre. Denuncia primero lo de los supuestos casos de eutanasia, y cuando se inicia la investigación se descubre que la ministra Elena Salgado había recibido la denuncia meses antes y la había archivado en su cajón. Cuando Lamela, aterrorizado con las prácticas del doctor Montes, procede a su destitución, Simancas cambia de opinión, tras haber amenazado días antes a Lamela con acusarle de tapar el asunto si no actuaba y de querer acabar con la sanidad publica si lo hacía, como ha ocurrido, “date por jodido”, le dijo (palabras textuales).

Y más, mucho más en su «Los asesinatos del Severo Ochoa«.

PD: estoy en «La Cafetería» un rato.