Nadie discute que el 11/M es el último episodio de un proyecto que empieza con el asesinato de José Antonio Bernal, en Bagdad, agente del CNI, el atentado de Casablanca, con una extraña, poco creíble y jamás esclarecida, concentración de suicidas, los ocho agentes del CNI que fueron emboscados en Irak y por último el atentado del 11/M. Para cualquier observador resulta palmario que la red de apoyo que utilizaba el CNI en Irak, probablemente antiguos miembros del Muhabarat, se volvió contra sus agentes. Lo que sí sabemos es que los servicios secretos del mediterráneo, los ya citados, disponen de un alargado historial de colaboración, enlaces mutuos, intercambio de información y ayuda mutua. Las gestiones de Fernando Huarte, estrecho colaborador del Sr. Vera y agente del CNI, ante el terrorista Abdelkrim Benesmail forma parte de este historial de francachelas entre servicios de inteligencia, con tolerancia absoluta de nuestras sociedades, sin saber nadie a cuento de qué ni para qué. Hubo un tiempo en el que se aseguraba que se trataba de enlaces para evitar que el terrorismo palestino se cebara con nuestro país del mismo modo que se aducía que el régimen de Hassan y ahora de Mohamed VI, era garantía de seguridad en nuestras fronteras. Hablan los hechos y sobran las palabras. Ninguna de las dos cosas era verdad o tenía algo que ver con la realidad. En el fondo se trató siempre de un embargo y cuando un gobierno español, el presidido por el Sr. Aznar, decidió unilateralmente levantar el embargo que pesaba sobre una parte de nuestra política internacional, la respuesta fue brutal. ¿Quién tutelaba el embargo?
Las mentiras duran hasta que los hechos las desmienten. Aznar quiso levantar el embargo que pesaba sobre nuestra política exterior, legítimamente, haciendo uso de los poderes que le concedía la Constitución y un pueblo soberano y nos volaron la cabeza. ¿Quién tomó la decisión de penalizar de manera brutal el embargo sobre nuestra política exterior?. ¿Qué somos los españoles, calderilla?… más
Que Antonio Yuste me perdone pero vuelvo a abusar de su trabajo. La verdad es que no es un abuso. Me siento obligado, por la coherencia de sus hipótesis, a propagar este artículo. Pásalo!
Como ejercicio de paranoia, es valido todo lo que anuncia su articulo. Como iniciación a una novela, es pasable. Como ejercicio de filosofía paranoide, quien sabe.
Claro que deberíamos preguntarnos por las causas ocultas de lo que acaece, y de quien lo premedita; pues parece que todo acaecimiento es premeditado. por Dios, el Estado, la perversa Soberanía popular, o el auténtico hombre librepensador, el liberal al servicio de nadie. ¿De Nadie?
¿Quién financia tanta ideología «librepensadora»? ¿A quién beneficia el crimen, querido Watson? La culpa es de Sadam y de los Socialistas, luego los buenos son sus oponentes. Aznar, Bush, y a quienes representan. Gentes que sí poseen la capacidad financiera inconmensurable como para distorsionar, embrutecer y ocupar masivamente cualquier espacio informativo, virtual o de papel de envolver bocatas.
Que actúen los jueces sin parar y sin queja sabida(que no imaginada), que se sigan deteniendo personas relacionadas con los atentados (sin queja solvente de la misma policía y demás cuerpos), que la comisión del parlamento tenga la aprobación de gentes tan diversas como ERC y Coalición Canaria(ex-socia PP) y de todos menos los chicos peperos, algo debería decir a cualquier liberal «librepensador».
Que la guerra de civilizaciones no sea entre una mundo pasado y el «moderno» que algunos sueñan, sino entre dos (o más) mundos que COEXISTEN EN EL TIEMPO, solo indica el deseo de unos de prevalecer sobre los demás. Por este camino se acaba por coincidir con el ombligo de Bush, el Opus Dei y la versión Adventista del libre mercado convertido en mercado adquirido por los detentadores de la Verdad residentes en el Pentágono, el FMI, el Banco Mundial, y varias opulentas multinacionales. Estos sí financian la divulgación de ideologías tangentes a sus intereses, como la liberal; aunque critiquen partes no sensibles de sus políticas y abusos. Una realpolitik que acabe vanalizando la tortura, aplazando sine die la solución de la pobreza en sus oraciones al Dios mercado y su mano oculta supuestamente sabia y compasiva; igualmente se acaba por olvidar que el siglo por excelencia de las políticas y filosofía liberal es el siglo XIX, para vestir de «modernidad», lo que no es más que positivismo trasnochado, un cóctel de los elixires destilados por Compte y Adam Smith, que como todo el mundo sabe son contemporáneos de estos blogs de hoy en día; digo yo que por que se abran levantado de su tumba.
Hacerle calzar a Hegel las botas del Japonés americano, es provocarle unos callos en los pies al viejo profesor de Tubinga, Jena y Berlín, porque simplemente se sueña una vez más, con reiteración alevosa y premeditada, que la historia se acaba donde uno- el que se dice a sí mismo sabio- quiere. Al filósofo preferido de Guillermo III, no le metáis en estos berenjenales, ni con él se acabó la aventura del Espíritu, ni con la implantación universal del capitalismo liberal se acabará la Historia. Lo de Hegel, era soberbia, lo otro es imposible. Ni la historia se acaba aquí, ni la libertad absoluta puede triunfar, más allá de un estado de derecho y de derechos para todos, excepto la libertad de Calígula. La libertad del dictador o la libertad de una oligarquía económica que siempre acabará cerrando el acceso a su clase a los demás. Esta es una guerra que ya se libró en el pasado. Un miserable empate nos devuelve una vez más a los mismos contendientes con la excepcional variable de una explosión de la técnica que acabará, si nadie lo evita, por ponerse al servicio de quien pueda pagarla. Ello ya da muestras de ser así. Cuando las oligarquías crean que tienen asegurado su corral, los «librepensadores» serán acorralados, marginados como meros oscurantistas. Al fin y al cabo en ellos germina su propio fin: el positivismo destierra todo aquello que no le interesa al exilio del oscurantismo. La libertad no es más que ideología y, al fin, alguien acabará por erigirse en ordenador de las libertades. Las de Trabajar, comprar, practicar el coito, y reproducir la fuerza de trabajo y de consumo. La libertad de pensamiento, la libertad de opinión, será la inevitable victima del triunfo del mercado.
El libre mercado también; pues como tal no es mas que una utopía, una ideología, que al tomar las vestimentas del positivismo pueril no hace otra cosa, sin saberlo, que enfundarse el mono naranja de los habitantes del corredor de la muerte.
Desde luego Antonio es muy certero en sus analísis.