El partido ecologista «Los Verdes» es, según la opinión de los ejecutivos alemanes, el partido que más perjudica al desarrollo económico en Alemania.
Esto al menos es lo que concluye un estudio del Instituto de Demoscopia Allensbach realizado para la revista especializada CAPITAL. El 42% de los entrevistados calificó de «wirtschaftsfeindlich» (enemigo de la economía) al partido ecologista. Los ecologistas gozan incluso de peor reputación que el NDP (partido neonazi), que recogió el 39 % de los votos.
¿No está este grupo de los verdes fromado en gran parte por miembros que anteponen el caribú al hombre?
Y que conste que yo no pondría mayores objecciones a estos grupos siempre que propugnasen una política basada en la voluntariedad y siempre que dejasen de buscar que el Estado impusiese por fuerza dichas medidas contra los que piensan de modo diferente.
Así, a modo de ejemplo, imaginémonos por un momento que los genios que dicen representarnos en el parlamento decidieran obligarnos a cultivar nuestros campos según los métodos que se empleaban en la Arcadia Feliz, allá por la época preindustrial. ¿Qué pasaría? Pues repetiríamos la historia: hambrunas, epidemias, y la consiguiente repercusión sobre la duración y calidad de la vida. Por ley natural, los habitantes de la Arcadia no tan feliz se extinguirían ahora como antes, mientras que los cultivadores racionales de campos, y de la economía en general, prosperarían hasta llegar a tener la despensa llena, vacunas, internet, etc.
El problema pasa a ser por tanto cómo nos defendemos los demás para librarnos de este nuevo mundo feliz.
Llegados a este punto, fíjense que si el estado no impusiese por fuerza estas soluciones, el problema se resolvería por sí mismo en un breve plazo de tiempo siguiendo como veíamos antes, los postulados de la ley natural. O como diría un cínico, todo el mundo tiene derecho a equivocarse. O sea que la pregunta no es en realidad cómo nos defendemos de la arcadia feliz sino del estado. Y se me ocurre a mí que tiene que ser mediante la recuperación de eso que se llama libertad.
Atentamente,
P. Palo
Cierto. Lo leí de pasada y no pude evitar comentarlo. No obstante, insisto en que hay que curarse en salud y en que este tipo de comparaciones pueden ser peligrosas.
Estoy algo «preocupadillo», Dogson. Espero que sólo haya sido una casualidad informática de ésas.
Pues no sé qué decirte, pero habla con el güebmaster.
???? Aún estando de acuerdo…este último comentario no lo he escrito yo. Cómo es entonces posible que figure bajo mi nombre?
De todos modos, si los neonazis siguen de verdad a Hitler, seguramente también sean ecologistas radicales.
EStoy con Dogson. No se trata de una valoración política general, sino sólo desde el punto de vista económico. Y desde luego, con la «ecotasa» estos verdes han hecho mucho daño aquí.
José, no he entendido una descalificación a la totalidad. Se les preguntaba por lo favorables que son a los empresarios (les preguntan por la economía a los empresarios, digo) y quedan peor que los nazis. Las diferencias las vemos todos, pero hay semejanzas muy profundas y ahí salen. Nada más… y nada menos, pero no hay que sacar de quicio ¿no?
Pues me parece muy fuerte que los ecologistas, cuyas ideas nos podrán gustar más o menos pero son igual de válidas y legítimas que las tuyas o las mías, estén considerados como «peores», políticamente hablando, que los propios nazis.
Ya está la bitácora agregada nuevamente al canal ‘Política’
Un saludo