El camarero levanta las cejas entre el asombro y la indignación. Otra vez se le va a enfriar la comida al jefe. Mientras sus huéspedes, a pesar de su bien intencionado esfuerzo por demorarse en el pescado sobre crema de espinacas, ya ven acercarse la tabla de postres, Javier Solana sigue dándole vueltas a la ensalada. El Alto Representante de Política Exterior de la UE domina muchos artes, pero no el de hablar y comer a la vez. Y habla y habla y parece no poder dejar de hablar.
Y mira que los médicos habían diagnosticado una sobrecarga de las cuerdas vocales y le habían recomendado guardar silencio. Solana habla con voz ronca. A principios de semana se pasó 14 horas en Barcelona pidiendo votos para la constitución europea. Y ahora, en Bruselas, los debates se encadenan sin parar. En unos días, el Presidente americano George W. Bush acude a la cumbre con los líderes de la Unión Europea. Solana debería prepararse bien. La ocasión es de vital importancia.
«Hace tan solo algunos meses no hubiésemos podido presentir un viaje así «, susurra Solana y suaviza su garganta con un sorbo de tinto español. Primero las reflexiones sobre el destino común hechas por la Ministro de Exteriores Condoleezza Rice, ahora Bush expresando su deseo de que América y Europa se expresen «con una sola voz».
¿Pero con cual? Es la cuestión que se debate en la Unión, pero también en la OTAN. Bruselas se prepara para alojar dos cumbres dentro de doce horas. Por la mañana Bush estará en la OTAN y por la tarde en la sede de la UE. En sólo diez minutos de coche dos mundos. Aquí la alianza militar más potente del mundo, allí los blandenges políticos europeos. Nada más lejos de la realidad.
La UE es cada vez más fuerte, lo cual implica desarrollar una Política Exterior y de seguridad propias, mientras que la alianza se debate en una crisis de identidad. Tal vez por ello haya sido tan grande el daño causado por el canciller alemán Gerhard Schröder al considera que la OTAN ya no es el «lugar primario» de consulta y cooperación transatlánticos. Jaap de Hoof Scheffer objetó valientemente los postulados del Canciller alemán. “La OTAN está en buena forma”. Pero documentos internos vertidos desde de su propia pluma indican la frustración que provoca la falta de debates políticos en la alianza. Y el que se quiera informar en los ruinosos edificios de la administración OTAN, puede oír cosas, al lado de las cuales lo dicho por Schröder es totalmente inofensivo.
La decisión está tomada. Degustando los sorbetes recién servidos todos están de acuerdo. Chirac recibirá en nombre de la Unión a Bush. Precisamente el mismo que dirigió la orquesta antiamericana en la crisis de Irak. Precisamente el mismo que aplaudió a Schröder cuando dijo “que sólo se pueden tomar responsabilidades en aquello en lo que se también se toman decisiones”.
Y Solana? Solana no quiere hablar de la OTAN. Sólo habla de la UE, de la que será el primer Ministro de Asuntos Exteriores si se aprueba la Constitución europea. Solana piensa que la reorganización de las relaciones atlánticas es buena para Europa y para España. No sabe cómo convencer a los británicos. No sabe cómo colocar a Zapatero entre Chirac y Schröder. Por cierto, no tomó el pescado. Pasó directamente a los postres. Entre helado y frambuesas le pregunta al hombre de confianza de Schröder sobre la visita de este a Zaragoza.
Las espadas están en alto y mucho me temo que nos espera una semana de buenas intenciones, discursos ambigüos y rupturas veladas.
Por supuesto, Zapatero no estará en el ojo del huracán: la política exterior española ya sólo vale para los postres.