Tengo claro que quien lea estas líneas puede acusarme de simplista o reduccionista. Pero intentar ponerme delante de todos los espejos políticos posibles sería una tarea tan ardua como poco fructífera. Es por ello que, dada la actual moda del “bipartidismo”, me dejaré llevar por la intuición más que por la razón minuciosa. Y mi intuición me dice que me coloque ante el espejo conservador y ante el socialdemócrata. Pues bien.
Porqué no soy conservador.
Si me atengo (y lo hago) a la definición dada por Jerry Muller en “Conservatism. An Anthology of Social and Political Thought”. Princeton University Press 1997 , resulta que ser conservador supondría:
– Ser escéptico ante cualquier moda subpolítica.
– Valorar las costumbres sociales como formadoras del carácter y reconocer sólo aquellas instituciones que den a dichas costumbres significado político.
– Ser escéptico ante todo aquello que cuestione las “Fuentes de Autoridad”.
– Reconocer la familia como la institución social más importante.
– Legitimar la singularidad y la necesidad de las élites.
– Reconocer que la única fuente de riqueza y libertad es la propiedad privada.
– Considerar al estado como « factor Orden ».
– Acepatar la posibilidad del uso de la violencia en las realciones internacionales.
Efectivamente, como decía Hayek, “aunque parezca una paradoja, una sociedad libre plena siempre será una sociedad arraigada en sus tradiciones”.
Pero: La desconfianza conservadora respecto a lo nuevo y extraño conduce a menudo también a desfavorecer las modificaciones evolutivas posibles y necesarias en una sociedad. Además, la preferencia conservadora por la autoridad conduce frecuentemente a un comportamiento paternalista. Por último, la inclinación conservadora a un comportamiento acusadamente local está en contradicción con la actitud cosmopolita del liberal.
Porqué no soy socialdemócrata.
– La ideología socialdemócrata se basa en la creencia de que es posible para un Gobierno alcanzar un control completo sobre la sociedad y que ello es bueno.
– Los socialdemócratas consideran por otro lado que el dirigismo de la vida social es deseable, porque así la productividad económica aumenta.
– Los socialdemócratas otorgan al entendimiento, el de un intelecto superior, la capacidad de planear un orden social mejor.
Los liberales somos ligeramente más modestos en esta cuestión. Según constata Hayek, “… que nadie puede saber quién sabe más sobre algo. La única manera de averiguarlo, es un proceso social, en el que todo el mundo puede intentar… desarrollar un plan para quedarse con el mejor posible. La hipótesis fundamental se basa en la variedad ilimitada de dones y capacidades humanas …». En otro sitio, otra verdad al respecto: “…sólo los estúpidos creen saberlo todo, pero son tántos…”
Los socialdemócratas desconfían de la capacidad del individuo para crear progresivamente un orden a través de una cooperación voluntaria, que permitiría mejores resultados que los concebidos por el Estado.
Yo creo, sin embargo, que un ordenamiento espontáneo de las sociedades es a la vez oportunidad e incentivo para alcanzar el máximo nivel de aprovechamiento del conocimiento de todos los individuos que participan en esa sociedad.
Ortega dijo aquello de «yo soy yo y mis circunstancias». Perfecto. Pero dejadme a mí ser quien decida cúales son mis ciscunstancias.
En el fondo todo se reduce a como debe entenderse la función del estado…….creencia conservadora de que el estado debe ser factor de orden me parece bastante aceptable….si entendemos ese factor como «hacer cumplir las leyes»….que por otro lado es la unica forma no enfermiza de entender la igualdad «ante la ley», el problema socialista es que conduce necesariamente el totalitaismo…….en ese diriguismo social al que te refieres……subyace que es el estado «un fiel interprete de los anhelos populares» y claro eso es ya totalitarismo en estado puro……por eso la opción es clarisima