Bingen, 12 de Diciembre del 2005.
El dia 30 de Enero del 2005 ha quedado grabado en la memoria del mundo. Ya lo anticipaban George Bush e Iyad Allawi . Lo que nadie esperaba, y quien lo hacía lo guardaba para sí consciente de la transcendencia que tal suposición podría tener, era que gracias a la Democracia, a la muerte de miles de ciudadanos irakíes, a la de miles de soldados y civiles americanos, británicos, polacos, españoles, italianos, turcos… se habían sentado las bases de una nueva dictadura religiosa de la más tenebrosa calaña y del primer desastre global del siglo XXI. Ya el mismo día 3 de Febrero, tras conocerse los primeros resultados fiables y con la autoproclamación de vencedora de la Alianza Iraquí Unida, llegaron los primeros anuncios de lo que sería la gran pesadilla de occidente en el 2005. La decapitación, por parte de chiíes exaltados, de más de mil irakíes de la oposición y las lapidaciones «celebradas» en todo el país no dejaban lugar a dudas: hemos despertado al demonio. Los esfuerzos diplomáticos eran más bien fruto de la sorpresa que de la acción coordinada y razonada. La EU, por boca de Javier Solana, hacía un llamamiento al entendimiento entre ambas partes. La respuesta fué el ataque masivo a los destacamentos polacos y una ola de secuestros de ciudadanos europeos. Los EEUU se atrincheraron en sus bases, a la espera de la decisión que pudiera tomar Bush. No era fácil, había dicho que retiraría sus tropas si el nuevo Gobierno Irakí se lo pedía, y la petición oficial ya ocupaba lugar sobre la mesa de su despacho. Pero también había aceptado el reto de defender la libertad allí donde fuese necesario (en el discurso de su segunda investidura). El día 10 de Febrero el Presidente norteamericano lanzaba un ultimátum al nuevo Gobierno irakí: «detengan las masacres indiscriminadas, ya invadimos el país una vez, lo haremos una segunda». Error. Desde europa se levantaron voces contra el imperialismo americano, las manifestaciones fueron las más numerosas de la historia moderna (Berlin: un millón; París: 2,5 millones; Madrid: 1,5 millones; Roma: casi tres millones) La prensa, los políticos, las ONG’s, todos haciendo frente común ante lo que podría ser la segunda invasión de Irak y no sin argumentos: «los resultados de las elecciones no gustan, vuelta a la guerra?», «el pueblo irakí a votado libremente a su Gobierno y es soberano», «el Gobierno americano es la dictadura de la democracia». De poco sirvieron las imágenes mostradas por internet que documentaban las atrocidades de los chiíes con los suníes, las matanzas de kurdos, la repentina desaparición de las mujeres irakíes de la calle. Los medios oficiales europeos, azuzados por sus respectivos gobiernos, mostraban imágenes del parlamento irakí, de la reconstrucción de las mezquitas destruídas, del reparto de alimentos, de Ministros de Exteriores firmando acuerdos económicos con el régimen irakí. Los columnistas de más prestigio se hacían eco de las palabras del Presidente español – «este Tratado nos hace a todos más libres, porque se basa en el respeto de las culturas legítimas de este mundo» – el día de la firma del «Tratado de las Civilizaciones», por el cual, la EU y la Liga Árabe se comprometían a respetar los principios de las respectivas culturas y sus formas de gobierno. De nada sirvieron las reticencias de Bran Bretaña o la oposición clara de Polonia. El texto se aprobó en una Cumbre Europea que ya será recordada como la cumbre de la ruptura. Dos días después de la firma del tratado el parlamento británico aprobaba una ley con la que se iniciaba el proceso de segregación de la UE, Polonia seguía el ejemplo una semana más tarde. El Euro caía en picado hasta los 0,20 dólares y las bolsas europeas perdían en una semana el 35%.
El resto de la historia ya la conocen. Aprovecho los pocos segundos que me restan de cuota elécrica hoy para escribir estas líneas. Mañana no nos toca suministro aquí en Bingen, y pasado mañana…..