Si algún periódico alemán merece el calificativo de «medio de la progresía germana», éste es, sin duda, el Frankfurter Rundschau. De acuerdo que aquí no encontramos cuotas de exclusividad al estilo de «El País», de forma que periodistas liberales como Dahm, Schneider o Friske también pueden ser leídos en su páginas. Pero hoy no. Hoy toca tema Bush. Hoy toca poner las cosas en su sitio. Hoy toca «Flagge zeigen» (enseñar la bandera, literal).
Todavía resuenan las palabras de Bush en el aire, palabras de libertad y democracia (me conformo con los contenidos, no entro a juzgar las formas), y aquí ya se sacó el hacha.
Festerling compara despectivamente a Bush con los Césares Romanos, nos habla de su obsesión por el poder y del mal uso que hace de él. Política exterior, un desastre. Irak sólo muertos. Los derechos civiles de los americanos amenazados. La pobreza creciendo porque, ya se sabe, le ha bajado los impuestos a los ricos. Acaba su «perorata» definiendo el discurso de investidura como un montón de palabras vacías. Y, haciendo de Rappel, con una premonición: «Aber er wird auch diesmal wieder an seinen Taten gemessen werden. » (Pero él también volverá a ser medido por el rasero de sus actos)
El bueno del señor Ostermann no pierde la ocasión y nos presenta no ya al Bush-César, no, al Bush-Profeta. Casi nada. Con Ostermann no voy a perder tantas palabras, porque no las merece. Les dejo con la conclusión que obtiene este señor del discurso de ayer:
«Das ist denn zu Beginn der zweiten Amtszeit auch der erste Eindruck: noch mehr Pathos, noch mehr Sendungsbewusstsein, noch mehr Gott. » (Ésta es, pues, la primera impresión del comienzo de la segunda legislatura: aún más pathos, aún más mesianismo, aún más Dios)
El resto de la prensa seria no halla motivos para «involucrarse» de forma tan emocional, y se limita a confirmar lo que ya oímos ayer. Bush habló de libertad, de democracia y de extender esos principios por todo el mundo.