[themepacific_dropcap color=»red»] E[/themepacific_dropcap]n Europa, la representación de los intereses de las mujeres se ha convertido en uno de los asuntos primordiales de la acción politica. La Comisión Europea decidía el pasado noviembre de 2012 por iniciativa de Viviane Reding, Comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, que en las 5000 empresas europeas que cotizan en bolsa se impusiese, a partir de 2020, una cuota del 40 por ciento de mujeres en puestos de dirección. Reding ve a la ley como un gran avance, esperando provocar con ella una reacción en cadena en la economía y la sociedad. El Parlamento Europeo aún no ha aprobado definitivamente la nueva ley y once Estados miembros de la UE han mostrado serias reticencias frente el proyecto hasta el momento. En España la ley Orgánica de 2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, incluye en el artículo 75 una recomendación a las sociedades obligadas a presentar cuenta de pérdidas y ganancias, para que “intenten alcanzar un presencia equilibrada de hombres y mujeres en su consejo de administración, en un plazo de ocho años a partir de la entrada en vigor de dicha ley”.
Esa ley convertía a España en una de las pioneras europeas en materia de legislación por la igualdad. Sin embargo, los resultados son apenas apreciables y las críticas cada vez más notorias. Son cada vez más las mujeres profesionales que denuncian abiertamente la intervención del legislador. Muchas de ellas consideran que su posición actual, conseguida sólo gracias a su propio mérito profesional, se ve seriamente devaluada en un sistema de cuotas. También señalan que la cuota en los consejos de administración no se corresponde en la mayoría de los casos con la todavía baja proporción de mujeres en numerosas ramas de la industria y la economía. Por otra parte, las condiciones persistentemente insuficientes para la conciliación de la vida laboral y familiar son, con mucho, el mayor problema para la mayoría de las mujeres. Además, la falta de viabilidad de las cuotas para mujeres en ocupaciones tradicionalmente masculinas y las industrias relacionadas con ellas supone una restricción severa de la libertad de elección de las empresas, indispensable para su éxito en una economía libre. No menos importante, son cada vez más las voces que insisten en un enfoque pragmático del tema, haciendo hincapié en que la calidad y la experiencia en la vida laboral debe ser criterio de selección más importante que la afiliación de género.
[themepacific_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%»]Permítanme que llame su atención sobre el hecho de que la disputa sobre la política de cuotas ya no nace «desde abajo», sino que se alimenta de y en la propia élite política: las políticas de igualdad actuales no giran en torno a la necesidad de facilitar por igul el acceso de hombres y mujeres a los puestos de control del poder político y económico, sino que refleja el conflicto entre sistemas de valores diferentes, que se atribuyen a los sexos.[/themepacific_box]
Para darnos cuenta de lo alejados que vivimos en el día a día de la discusión sobre cuántas mujeres y cuántos hombres ocupan los puestos de poder en nuestras empresas basta con salir a la calle o moverse por las redes sociales. Mientras que entre el común de los mortales se extiende como la pólvora el fuerte rechazo a las luchas por el poder y el arribismo en la política y los negocios, «el movimiento feminista desde arriba» centra su discurso en la igualdad de representación en los consejos de administración en las grandes empresas y, por lo tanto, en las áreas de la vida que no tienen relevancia para la gran mayoría de mujeres y hombres . Así, al tiempo que en la población – y sobre todo en las mujeres – el deseo de vivir una vida sólo en función de una carrera profesional que permita acceder a uno de esos puestos políticos o profesionales devaluados por la corrupción (los políticos roban) y la crisis (los ejecutivos roban y son malvados) pierde su atractivo, luchan los políticos de ambos sexos y de todos los colores por asegurar un mayor número de mujeres en posiciones de liderazgo.
En el día a día, son sobre todo las madres que trabajan las que se enfrentan a verdaderos problemas a la hora de poder desarrrollar conjuntamente su papel de madres y trabajadoras. Si la intención de los políticos y sus leyes de igualdad fuera realmente ayudar a las mujeres de todas las clases sociales, desde todos los ministerios nacerian iniciativas y presupuestos encaminados a mejorar el acceso a (por ejemplo) guarderías de jornada completa. Pero es justamente aquí donde no se alcanzan –ni se fijan- objetivos verdaderamente encaminados a facilitar la integración de las madres en la vida laboral. Al contrario, los ojos políticos están puestos exclusivamente en los consejos de administración, no en el cuidado de los niños de esas madres que quieren trabajar. Es más fácil conseguir grandes titulares (y comprar votos de forma más barata) legislando igualdad en una junta de accionistas que trabajar – y gastar- denodadamente por la mejora real de las condiciones de esa gran proporción de mujeres trabajadoras que viven su maternidad y no desean renunciar a su vida laboral.
En relidad asistimos a un ejemplo perfecto de ingeniería social. Cuando las personas y sus formas de organización social no se desarrollan tal y como desean los impacientes «iluminados» de la élite gobernante, entonces – sin cuestionar los motivos – se imponen los cambios mediante las pertinentes decisiones políticas. Esta forma de diseño social podemos verla hoy en día en muchas áreas de nuestras vidas: política energética, políticas de integración, políticas económicas, financieras y laborales, políticas de familia y la política medioambiental. Nos vemos obligados a seguir los dictados de este estilo autoritario, incapaces de ver alternativas, concediendo que la causa de nuestros problemas reside en nuestra incapacidad para superar nuestros defectos humanos y aceptando tales normativas como el único motor posible para desarrollar aquellos procesos de desarrollo de la sociedad civil para los que las buenas intenciones no son suficientes.
Las políticas de igualdad son magníficas herramientas de regulación autoritaria, ya que partiendo de supuestas características de comportamiento específicos de género profundamente arraigadas en el verdadero soberano – el individuo, mujer u hombre- es sencillo diseñar medidas de represión o favoritismo redefiniendo los contenidos que al legislador-diseñador más le interesen. Feministas y estudiosos de los llamados «asuntos de género» deploran la desventaja real que las mujeres siguen padeciendo a pesar de la igualdad jurídica , ilustrándolo en diversas biografías profesionales frustradas o en la persistente escasa representación de las mujeres en los consejos de administración. La conclusión de todo ello es: la igualdad ante la ley no es suficiente. Necesitamos entonces una política que no descanse en la igualdad formal, sino en la promoción específica de las mujeres, incluso en términos de lo que se denomina «discriminación positiva», es decir, una diferencia de trato específico de los hombres y las mujeres. Esta es la idea básica del Gender-Mainstreaming, desde 1999 objetivo oficial de la política de igualdad de género de la Unión Europea y ahora iintroducida en todos los ámbitos políticos.
Siguiendo la tradición feminista clásica, las principales causas para la persistencia de diferencias entre los hombres y las mujeres no son sólo buscadas en los defectos de las estructuras sociales existentes, sino en la interpretación de su existencia como una expresión de la dominación masculina. El cambio en el énfasis está claro: el problema no es la falta de estructuras en sí (que se podrían cambiar), el problema es que los hombres están atrapados en su identidad masculina y en su sistema social de valores masculinos y no tienen interés en el fortalecimiento de la posición femenina. La consecuencia lógica es que el problema no se puede resolver desde la sociedad masculina. Es necesario un nuevo orden social.
Cuando los problemas de orden social no se discuten como tales, sino que se interpretan como manifestación de deformaciones psicológicas y sexuales típicas individuales que requieren un tratamiento integral, aparece una forma de política que podemos definir como «autoritarismo terapéutico». Es autoritario, ya que el otrora «soberano», el individuo, ya no sirve como diseñador y ha de ser devuelto –o reeducado- por todos los medios al camino correcto (lo explico ampliamente aquí). Es terapeútico porque la única forma de integrarse en él es la curación de aquellas características personales que nos hacen diferentes unos de otros.
Autoritaria, terapeútica y discriminatoria: cuando el legislador toma partido por una de las partes, la defensa de la igualdad ante la ley deja de serlo, ciertamente, para convertirse en arma profundamente discriminatoria. No es casualidad la aparición de una ley de cuotas, encaminada a disolver cualquier intención de fomento del mérito en condiciones de igualdad de oportunidades. El mérito, después de todo, no es más que un residuo de las antiguas estructuras sociales basadas en la familia. Y ésta es la estructura nuclear más temida y combatida por el estatismo. El “Estado social” asume el papel de la familia como fuente única de justicia social, educación y protección. Los hombres se convierten en expendedores de esperma y pagadores de manutención, las mujeres en clientes agradecidas, por fin a la misma altura que ellos. A ambos se les obliga a renunciar a su función de educadores.
Una sociedad en la que el legislador se pone al servicio de quienes consideran la familia no más que un sistema de opresión de la mujer, los embarazos una invasión indeseada del cuerpo femenino, a los niños sólo como un obstáculo para el desarrollo de la “capacidad laboral femenina” y la falta de pene argumento fundamental para llegar a ser ministro está condenada a la autodestrucción. Una sociedad que se ignora a sí misma como fruto de las sinergias de la masculinidad y la feminidad que le son propias, está negando su propia capacidad de crecimiento. No porque fomentar la feminidad sea negativo. Porque no fomentar la excelencia, tenga el sexo que tenga, sólo puede acabar en la decadencia.
se haga la igualdad entre el hombre y la mujer, entonces pide a la mujer que se vaya a hacer construir los puentes, los túneles, los desagües, los edificios encumbrados, las minerías pesadas, etc, los trabajos pesados y serios, estos les corresponden a los hombres el reto del trabajo. las mujeres quieren dinero fácil.
Impresionante video
Además, ninguno de los científicos que aparecen en el video descarta la influencia cultural como aspecto a tener encuenta en las diferencias de género, mientras que los «investigadores de género» pretenden negar a toda costa cualquier influencia biológica, no sea que se resquebrajen sus principios ideológicos y, sobre todo, la utilidad de su trabajo.
Que levanten la mano las feministas que cuando su empleada de hogar, (a la que, dicho sea de paso, muy posiblemente pagan en negro como el camarada Echenique), se queda embarazada, le dicen: «no te preocupes de nada: vete tranquila a dar a luz, quédate tranquilita en tu casa 6 meses cuidando de tu retoño, que yo te seguiré pagando tu sueldo intregramente. ¡¡¡Todo sea por la causa feminista!!!».
Al final y como siempre, el dinero propio es la mejor medida de nuestro «idealismo» real y no simplemente de boquilla ( y si no que se lo pregunten al camarada Echenique, que sin duda también es feminista y partidario de las políticas de género).
Dicho de otra manera más resumida: como ocurre siempre con cualquier política que supone aumentar los costes, los partidarios de las políticas de género, lo son, siempre que el coste añadido lo paguen otros.
El movimiento feminista, equiparable hoy en día al machismo -pues no busca la igualdad sino la superioridad de la mujer frente al hombre- tiene cierto parecido con los discursos del socialismo y el comunismo y es otra forma de colectivismo. Por tanto es una ideología tan repulsiva como cualquier otro sexismo.
Una mujer feminista es una mujer inferior sin lugar a dudas, con baja autoestima, que espera que otros le concedan lo que según ella merece pero que nunca demostró merecer, aun a costa de pisotear los derechos de otros, que no se ve capaz de realizar sus deseos por si misma y que lo que mas debe de odiar es sin lugar a dudas no a los hombres sino a las mujeres exitosas por sus propios méritos, pues contradicen completamente el discurso de la mujer oprimida.
Lo que desde luego está claro es que ninguna feminista quiere o tan siquiera plantea la igualdad entre sexos, puesto que esto supondría que entre una mujer y un hombre, una empresa eligiera siempre al que mas le interesase en función de sus capacidades, y como he dicho toda feminista tiene baja autoestima.
El problema es que si te pones en la piel de un empresario siempre te interesará más el hombre… Imagina:
Tienes una empresa que contrata a una persona (hombre o mujer) para un trabajo, dada la sobreoferta de trabajadores puedes elegir entre hombre y mujer. En los dos casos la persona entrará sin saber el trabajo y los procedimientos, tardando del orden de 6/8 meses en ponerse al día y rendir al 100%.
En estas condiciones:
La mujer se queda embarazada.
Se le da un permiso de maternidad de 4 meses… pero si es un poco «lista» (mirad internet si no me creeis) puede irle al médico y echarle un poco de taetrillo el mes o mes y medio antes del parto y le darán la baja, no la de maternidad, sino la común, a añadir a los 4 meses de baja maternal y el mes de vacaciones… resultado se va 6/7 meses del trabajo.
El problema económico no es mucho, dado que el pago de la persona es por cuenta de la SS (creo… no sé si parte debe sufragarlo la empresa)…
Pero si la persona es imprescindible (cosa normal, ya que se le ha contratado), tendrás que poner otra empresa en su puesto… persona que no conoce los procedimientos y que tardará 6/8 meses en rendir a tope…. justo comenzará a rendir cuando regrese la embarazada/parturienta que hará que le echen del trabajo.
Por otra parte esto se puede repetir 2/6 veces con intervalos de más o menos un año…
Otro problema que se te viene encima es que la mujer tiene el «derecho» a pedir reducción de jornada… Lo que te supone como empresario que la mitad del día no tienes al trabajador que necesitabas y un problema ¿contratas a otra persona a media jornada? ¿Cuánto te va a durar?
Tercer problema… este por la «Sociedad». Las mujeres son las que se suelen encargar más de los niños… es decir, ¿el niño se pone enfermo y hay que cuidarlo en casa? Te quedas sin trabajador ese día ¿hay que llevarlo al médico? esa mañana no hay trabajador… etc etc
Cuarto problema: si la empresa entra en crisis y hay que prescidir de trabajadores… la mujer que ha tenido un niño en los últimos años está más protegida, por lo que te ves abocado a echar al hombre… aunque sea mejor o rinda más…
Resultado: es ilegal y lo que te dé la gana…. pero si eres un empresario en lógica contratarás a un hombre a igualdad de oportunidads… y lo más divertido es que cuanto más «ventajas» des a las mujeres para el caso de embarazo (muy progresista todo eso) más haces que el empresario hya de contratar una…
Las mujeres se embarazan los hombres no. Pues claro. Pero no es un problema porque fíjate, entre un hombre y una mujer igualmente preparados, esta que tenga ya dos hijos y el hombre sin hijos, mejor contratar a la mujer por esas mismas causas. Es solo un ejemplo.
Porque el hombre puede perfectamente coger la baja por «maternidad» (aparte de los 15 días de paternidad) de los 4 meses o de 2 por ejemplo, repartidos con la madre. Y la mujer con 2 hijos no tendrá mas, pero el hombre es posible que si. Y los hombres también tienen que salir del trabajo a toda prisa porque el peque se les ha puesto enfermo. Y también tienen que salir exactamente a una hora para recoger al peque de la guardería.
Además hay también puestos que las mujeres realizan mejor como norma general que los hombres. En resumen NO SIEMPRE te va a interesar mas el hombre que la mujer para un puesto. Pero es que aunque fuera al contrario lo cierto es que nunca hay igualdad, siempre estará mejor preparado uno u otro, esa situación de «mujer y hombre igual preparados» es idealista y en cualquier caso, aunque haya paro puedes perfectamente ser incapaz de encontrar un trabajador para un puesto concreto, normalmente temas muy técnicos y si encuentras a una mujer que lo pueda hacer y le interese pues bendita sea.
Yo lo que veo en mi entorno es que no se discrimina por sexos nunca y veo que las mujeres que están en puestos directivos es porque son muy capaces y se lo merecen. Podrá haber casos, por supuesto, pero ni son la norma ni desde luego hay ningún derecho a decirle a un empresario a quién tiene que contratar.
Sea la que sea la ley, el problema es de enfoque. Es la sociedad la que necesita niños si quiere permanecer, no el empresario (que tiene tanta relación con ellos como la velocidad con el tocino), pero es la sociedad la que carga al empresario con los costes cuando debería ser ella la que los asumiera globalmente. De ese modo, queriendo proteger a la mujer, la perjudica (y al empresario y al trabajador). De igual modo, es la sociedad la que debe proteger al parado (y al desvalido en general), y debe ser ella la que asuma los costes, pero prefiere cargar a las empresas. Y eso perjudica a la empresa y sus trabajadores. Lo ideal sería el despido libre y el trabajador con protección independiente. Así no habría miedo a crear empresas ni a contratar. Lo que pasa es que nos hemos acostumbrado tanto a que la empresa cargue con la financiación de los objetivos sociales que legislan otros, que ya no vemos la inconveniencia de este sistema ni su alto coste en dinero, en paro, y en definitiva, en sufrimiento social.
¿Pero entonces quién gana? El establishment que vive y se justifica en ello. Y encima son «buenos» y tienen «conciencia social». ¡A ver quien los mueve!
Totalmente de acuerdo: la estrategia de todos los políticos en una democracia tiende inexorablemente hacia el populismo, puesto que los electores solo votan a los políticos que al menos de boquilla defiendan sus intereses. Por eso, las políticas realmente sociales como son las pensiones, la baja por enfermedad y el paro, se carga en buena parte a las empresas, ya que estás no votan o lo hacen en menor número (propietarios y accionistas) que el de los beneficiarios de tales medidas (trabajadores en general), aunque es evidente que los interesados y beneficiarios de estás medidas, es la sociedad en su conjunto y no las empresas/empresarios.
pd: es evidente que a nivel empresarial y por las causas que ha expuesto Dedalo uno, a igualdad de condiciones, es preferible contratar a un hombre. Por eso, cargar el sobrecoste de contratar mujeres debiera ser asumido por la sociedad, no solo por justicia, sino porque cargar con ello al empresario solo contribuye a empeorar la contratación femenina.
¿Que el hombre puede coger dos meses de permiso de maternidad?, sí, pero la mujer es seguro que cogerá dos, al menos… y además el hombre no se da de baja entes del parto… y ¿Cuántos casos conoces de hombresque se cogen los dos meses y cuántos de mujeres que se dan de baja MÁS de 4?
¿Que el hombre puede tener más de dos hijos? Sí, ya, pero en la situación actual no sólo es raro… es una proeza. Tener 2 hijos con una mujer implica (como dicen en el texto) «ser pagadores de manutención» de esos dos hijos y de los que tengas con otra. ¿Cuántos conoces que tengan más de dos hijos con varias mujeres? ¿Cuántas mujeres con más de dos hijos? ¿Cuántos días de permiso han cogido estas mujeres y esos hombres?
Que el hombre tenga que salir antes de trabajar porque el niño está enfermo, aún que no vaya a trabajar ocurre, pero no me negarás que en la sociedad que tenemos no es lo habitual, lo normal es que sea la mujer… ¿Es injusto? Sí ¿es normal/habitual? también.
Dices «hay también puestos que las mujeres realizan mejor como norma general que los hombres» y puestos que realizan mejor los hombres… a esos les influirá sólo en parte: habrá un trabajo de pesar las ventajas de tener una mujer que lo hae mejor que un hombre en ese puesto y los problemas que te pueden traer…
«Pero es que aunque fuera al contrario lo cierto es que nunca hay
igualdad, siempre estará mejor preparado uno u otro, esa situación de
«mujer y hombre igual preparados» es idealista y en cualquier caso» Claro… pero cuando contratas a una persona, en general no sabes si será mejor o no que la otra… tienes baremos (notas de la carrera, trabajos, etc), pero no sabes exáctamente si será idóneo para el puesto (por eso los periodos de prueba)… lo que sí sabes es que si está en edad fértil te puede «salir rana».
» las mujeres que están en puestos directivos es porque son muy capaces y se lo merecen» No lo niego… incluso suelen merecerlo más que los hombres, ya que a igualdad (o similitud) lo «lógico» del empresario es contratar a un hombre. Además muchas de ellas han «sacrificado» su maternidad a ese merecimiento…
Todo lo anterior es válido para todas las empresas, sin embargo en las grandes empresas los que deciden contratar a uno o una no selen ser los dueños, por lo que no se juegan su dinero directamente y, generalmente, no les influyen estas «ideas» tan discriminadoras, influyen más otras ideas (incluso las progres de no discriminar por razón de sexo… o la afinidad perosnal… o lo que sea)
¿Cuántos periódicos y cuántos periodistas llevan cuánto tiempo escribiendo sobre este tema y desde cuándo? Con sólo intentar responder a esta pregunta tendrías una de las muchas claves de la actual situación y también de sus porqués. Permíteme una pregunta: ¿Si tú fueras un planificador económico, aunque sólo lo fueras «indicativo», como figura en la Constitución española, qué harías o qué tendrían que hacer ellas, según tú, profesionales capaces sin pareja y sin trabajo?
Como planificador, esto es, como administrador de lo recaudado vía impuestos, eliminaría todas las trabas legales al empleo para facilitar el acceso al trabajo a TODOS los ciudadanos. Ellas y ellos lo que deben hacer entonces es formarse y capacitarse para acceder a los empleos mejor pagados.
Ojo: ya escribo en el artículo que no es lo mismo ser trabajadora con niños en casa que sin ellos. Como el «planificador» (en este caso yo) no obligará a nadie ni a trabajar ni a tener niños, lo que queda es la voluntad de los progenitores….
Gracias por comentar!
No, no has contestado a mi pregunta y es porque todas las ideas, argumentos y razonamientos son susceptibles de torcer y retorcerse cuanto quieras y quieran. Voy a contestar yo la pregunta, tú como planificador «light», mal planificador e incompetente como poder obligas a no trabajar y , por consiguiente, a renunciar a los hijos; excluyes a un montón de gente y te ocupas sólo de la que sigue pagando porque ellos lo valen y porque ellos pueden. Pero además de sufrirlo, los de la superestructura se encargan de explicarte, paso a paso, lo que te están haciendo sin que tú puedas hacer nada que no signifique empeorar aún más tu situación. Entiendo, creeme, esta necesidad que sientes de revertir a tu manera lo que machaconamente estas aburrido de escuchar pero, creeme, pierdes el tiempo y sinceramente estoy segura que es de eso de lo que se trata. Hazme caso, tómate unas vacaciones y , sobre todo disfruta, disfruta mucho que es lo único que vas a sacar en claro de este vertiginoso cambio de siglo.
Gracias a ti.
Esto me ha ocurrido muy pocas veces… (que alguien escriba «mi» respuesta)
Sí, he respondido a tu pregunta, otra cosa es que no te guste mi respuesta.
Saludos
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Milagros.
Observo que si ud fuera » planificador «light», mal planificador e incompetente» haría lo actual o más aún…
Fomentaría, pongamos, que se obligara al empresario a contratar el 50% de mujeres… o más… sin tener en cuenta capacitación o no… y además pondría que deberían ser «embarazables el 60-70% de las mismas…
Para fomentar la natalidad pondría 6-12 meses de baja maternal…
Para evitar que el empresario se arruine al entrar en baja maternal el 25-40% de sus empleados, les pagaría el coste y una subvención por mujer que esté fuera del trabajo por baja maternal…
Para cubrir los costes aumentaría los impuestos, pongamos el IS, al 40%….
Las empresas no serían competitivas con las de otros países, aumentando el paro (un 50% femenino) y necesitando más impuestos…
Y hundiría el país más de lo que ya está.
Cierto, es un un » planificador «light», mal planificador e incompetente»
¡Ojo, que la planificación política también afecta a la empresa! Una sociedad no puede permitirse un índice de fracaso empresarial tan estrepitoso como el nuestro. Se lo dije a Luis y te lo digo a ti, relajaos y disfrutad, disfrutad hasta reventar. Lo siento, esto se ha acabado. Un beso a ambos.
Lo siento pero no consigo entenderte, y con tu segundo comentario menos. Deduzco (no muy seguro), que estás de acuerdo con la discriminación positiva de la mujer (que es de lo que va el artículo). Respecto de ese asunto, como hombre, me sentiría insultado y no la aceptaría jamás porque significa que con ella acepto mi minusvalía, y eso, de modo genérico (y no particular porque hay casos evidentes de minusvalía que sí merecen atención especial), equivale a admitir institucionalmente la inferioridad de la mujer de modo general. Si yo planificara -legislara- evitaría cualquier mención al sexo (u otras condiciones), tratando de ser lo más neutro posible en mi normativa porque eso me parece lo más respetuoso. Así, por ejemplo, hablaría de abusos pero sin matizar sexo, edad u condición. Un abuso es un abuso venga de donde venga. Y los agravantes o eximentes también se pueden redactar de modo neutro. Puede que eso fuera más lento en cambiar los hábitos sociales (ignoro si la forma discriminatoria de legislar actualmente será más rápida), pero sí que estoy seguro de que de ese modo no ofendería sexos ni condiciones, lo que puede producir el efecto contrario al deseado..
Establecida la igualdad legal (que no existe, tampoco para los políticos -fíjate-), la sociedad y su forma de interactuar se establecería de modo natural y expontáneo, fuera eso lo que fuera. El resto es ingeniería social, muy del gusto del fascismo-comunismo.
Discrepo de Luís en su frialdad ante la condición humana (aunque creo que es más postura reactiva que realidad). Por ejemplo, así como me interesan las carreteras, y pagaría por ellas voluntariamente, también lo haría para favorecer la natalidad (una cuestión de suicio social en occidente), pero ése es otro tema.
…suicidio social… -disculpas-
Le llaman la «Paradoja Noruega» a un hecho bien medido y apasionadamente ignorado. Cuanto más rica es una sociedad, más afloran diferencias entre lo que les apetece a las mujeres y a los hombres, a pesar de todo el igualitarismo que le metas al asunto. Por ejemplo, datos:
https://plazamoyua.files.wordpress.com/2016/07/igualdad-en-lc3adneas.png
Y mirando por PIB / cápita en vez de índice de iguladad:
https://plazamoyua.files.wordpress.com/2016/07/igualdad-pib-tecnologia1.png
Que vienen de aquí:
Si quieres igualdad de género, tu solución es la pobreza