Quizás nos encante sorprender de cuando en cuando a los demás con algún comportamiento que no nos es propio. También, para impresionar a otras personas de las que deseamos conseguir algo, somos capaces de simular ser quién no somos. Pero en última instancia todo vuelve al equilibrio. No podemos mantener una imagen artificial de nosotros mismos por mucho tiempo. Somos como somos, cada uno a su particular manera, y pagamos por ello nuestras facturas, pero también obtenemos de ello nuestros créditos. Escrutamos el rostro que se nos antoja impertérrito de los demás para detectar si nos calan, no nos miramos al espejo para ver si hemos cambiado. Lo que en definitiva hacemos en verificar nuestro yo en los otros, porque si no fuéramos al menos un poco predecibles nadie, ni siquiera nosotros mismos, nos creería. Nos autoverificamos. Esto tiene más que ver con la personalidad que con las conversaciones de café, más con tiempos largos y conocimientos mutuos que con tiempos cortos y afanes de impresionar. Si tu pareja o tus compañeros de trabajo no saben quién eres nadie lo sabe. La tensión es insostenible. No hay disfraz que cien años dure. El misterio termina por revelarse en forma de una cruda realidad: los hombres son hombres y las mujeres, pues eso, mujeres, las personas ansiosas experimentan ansiedad, los torpes tropiezan y los necios abren la bocaza. En fin, mejor es decir la verdad sobre nosotros mismos antes de empezar algún largo viaje con otros.
El Psicólogo Social Bill Swann fue quién presentó el concepto de autoverificación. Según el mismo buscamos mostrar a los demás una imagen que arroje sobre nosotros un reflejo que nos represente tal y como nosotros nos vemos. En ese sentido no queremos engañar, o, básicamente, no podemos hacerlo. Sería traicionar lo que somos. Y nadie es tan contrario a sí mismo. Lo que buscamos con la autoverificación en nuestro “yo”, tal y cómo lo entendemos, en los otros, porque sabemos instintivamente -sin saberlo, podría decirse- que cómo nos ven los demás es la medida de nosotros mismo, que son, los demás, la vara con la que nos medimos constantemente.
En Desde el Exilio hemos tenido la suerte de entrevistar a Bill Swann. Las preguntas fueron formuladas en inglés gracias a que Barcepundit nos la puso en dicho idioma de forma que fueran gramaticalmente correctas e inteligibles. He aquí la entrevista.
En castellano:
1. ¿Qué es el “yo” para un psicólogo social?
El “yo” ha sido definido de dos formas distintas. Primero: el “yo” es una representación mental que las personas tienen de sí mismas, al igual que las tienen de los demás. Este es el “yo” como “objeto”. En segundo lugar, cuando la gente mira hacia dentro, tienen la sensación visceral de un sintiente “estar”,, una entidad tal como un homúnculo que experimenta la realidad, regula la acción, representa a sí misma ante sí misma, etc. Ese es el “yo” como sujeto.
2. De acuerdo con su teoría de la auto-verificación, en última instancia, no es que seamos grandes camaleones sociales, sino que queremos ser vistos por otros de la misma manera que nos vemos a nosotros mismos. Sin embargo, a veces somos extraños incluso para nosotros mismos, y pudiera ser que inconscientemente fuéramos más camaleónicos de lo que pensamos. Cuántas máscaras, y de qué tipo, cree que usamos en nuestras relaciones sociales? ¿Cuánto cree que practicamos el auto-engaño a la hora de valorarnos a nosotros mismos?
Sus preguntas son interesantes, pero las respuestas no pueden cuantificarse razonablemente, ya que dependen de numerosos factores que no especifica. Por ejemplo, probablemente se dé el caso de que los actores y los políticos usen más máscaras que los profesores, pero es difícil imaginar cómo se podría definir “máscara” de forma que fuera comparable para estos grupos. De forma parecida, hay pocos auto-engaños (“No estoy cansado”) que equivalgan a los grandes autoengaños (“Nací en Marte”) si no, ¿cómo íbamos a trazar la línea divisoria entre los dos?
3. Podemos asumir que mantener una falsa imagen de uno mismo debe tener un alto coste cognitivo. ¿Sería entonces la auto-verificación, para casi todos nosotros y en el largo plazo, la respuesta más económica y saludable para las relaciones sociales? ¿Qué pasaría con aquellos que no se ajustaran a dicha norma? ¿Cree usted que su comportamiento tendería a lo patológico?
Sospecho que está en lo correcto al asumir que resulta gravoso mantener los engaños y que en los casos extremos de auto-engaños (El hombre que dice ser Jesucristo, a pesar de que en el fondo sabe que no lo es) son patológicos. Así que sí, estoy de acuerdo en que la auto-verificación es óptima en la mayoría de los casos. La excepción se daría en los casos en los que las personas desarrollan puntos de vista erróneos sobre sí mismos y luego tratan de verificar estos inexactos autoconceptos.
4. ¿Nos conduce nuestro deseo de auto-verificación a buscar a nuestros iguales en ciertos contextos, y a compañeros complementarios los socios en otros? ¿Cómo se relacionan la auto-verificación con la identidad social?
No creo que la auto-verificación se relacione de ninguna manera simple con la elección entre compañeros iguales o complementarios. Sobre tú segunda pregunta, resulta demasiado amplia como para darle una respuesta sencilla, pero me permitiría sugerir que la gente prefiere identidades sociales que sean compatibles con sus identidades personales.
5. Queremos que se nos vea tal como somos, pero también queremos mejorar. ¿Cómo podemos adaptar nuestro concepto de nosotros mismos y nuestra auto-verificación a nuestras mejoras o deterioros en el comportamiento o el desempeño de las actividades?
Creo que nos esforzamos por lograr un equilibrio entre estos dos motivos, tratando de superarnos en pasos pequeños, de bebé. De esta manera mejoramos, pero no en formas que sean completamente disyuntivas con nuestro yo anterior.
6.-Desde un punto de vista evolucionista, ¿Cuál diría que es la raíz de nuestra necesidad de autoverificación?
Aquí tiene lo que escribí en un capítulo:
Los orígenes de la motivación de autoverificación pueden ser entendidos además desde una perspectiva evolucionista. Los biólogos evolucionistas generalmente están de acuerdo en que los humanos han pasado gran parte de su historia evolutiva dentro de pequeños grupos cazadores-recolectores. Los esfuerzos de autoverificación podrían haber sido ventajosos en tales grupos. Es decir, una vez la gente hace uso de señales de su entorno social para verse a sí mismas, los esfuerzos de autoverificación habrían estabilizado sus identidades y su comportamiento, lo que a su vez hace que cada individuo sea más predecible para otros miembros del grupo (por ejemplo, Goffman, 1959). La previsibilidad mutua facilitaría la división del trabajo, por lo que el grupo sería más eficaz en el logro de sus objetivos. En última instancia, las visiones auto-estables impulsadas por los esfuerzos de verificación auto-reforzarían las tasas de supervivencia de los miembros del grupo (ver la Teoría del Sociómetro de Leary & [2000] Baumeister para otro punto de vista sobre la utilidad de auto-conocimiento necesaria para el funcionamiento del grupo).
7.-¿En qué está trabajando ahora?
Mi énfasis más reciente lo he puesto en la fusión de identidades. La gente llega a unirse a un grupo cuando siente un profundo sentido de conexión y una fuerza recíproca con ese grupo. La inclusión es importante e interesante porque las personas que se han unido a un grupo expresan una disposición a participar en comportamientos extraordinarios al servicio de su pertenencia al grupo. Se han examinado varios comportamientos extremos, incluyendo la aprobación de luchar o morir por el grupo y las reacciones a las victorias / derrotas del partido político al que uno pertenezca, el ostracismo social, y la disposición de los transexuales a soportar una cirugía dolorosa para alcanzar las características físicas de su sexo preferido. En el trabajo que implica algunas variaciones interpersonales del “dilema del tranvía”, las personas fusionadas aprueban saltar a la muerte delante del vagón desbocado para salvar las vidas de sus compatriotas. En todos los casos, las personas de identidad fusionadas han manifestado su voluntad excepcional para respaldar acciones extremas para el grupo.
En ingles:
1.-What is the self for a social psychologist?
The self has been defined in two different ways. First, the self is a mental representation that people have of themselves, much like the representations that they have of others. This is self as “object”. Second, when people peer inward, they have the visceral sensation of a sentient “being”, a homunculus-like entity that experiences reality, regulates action, represents itself to itself, and so on. This is self as the subject.
2.-According to your theory of self-verification it’s not, ultimately, that we are great social chameleons, but that we want to be seen by others the same way we see ourselves. However, sometimes we are strangers even to ourselves, and it could be that we unconsciously are more chameleonic than we think. How many masks, and of what kind, do you think we wear in our social intercourse? How much do you think we practice self-deception in our self-assessment?
Your questions are interesting but the answers cannot be quantified in any reasonable way because they depend on so many factors that you don’t specify. For example, it is probably the case that actors and politicians wear more masks than professors, but it is difficult to imagine how one could define “mask” in a manner that would be comparable for these groups. Similarly, are little self-deceptions (“I am not tired”) equivalent to big self-deceptions (“I was born on Mars”) and if not, how are we to draw the line between the two?
3.-It could be assumed that maintaining a false self-image must have a high cognitive cost. Would then self-verification be, for almost all of us and in the long term, the cheapest and healthiest answer in social intercourse? What about those who do not conform to that standard? Do you think their behavior wanders into the pathological?
I suspect that you are correct in assuming that it is taxing to maintain deceptions and that extreme cases of self-deceptions (The man who claims to be Jesus Christ even though he knows deep down that he is not) are pathological. So yes, I agree that self-verification is optimal in most instances. The exception would be the instance in which people develop inaccurate self-views and then strive to verify those inaccurate self-views.
4.-Does our desire for self-verification drive us to look for our equals in certain contexts, and for complementary partners in others? How are self-verification and social identity related?
I don’t think that self-verification is related in any simple way to choice of equals vs. complementary partners. Regarding your second question, it is too broad to answer in a simple way, but I would suggest that people prefer social identities that are compatible with their personal identities.
5.-We want to be seen just as we are, but we also want to get better. How do we adapt our self-concept and our self-verification to our improvements or deteriorations in behavior or performance of activities?
I think we strive to strike a balance between these two motives by trying to better ourselves in small, baby steps. This way we do improve but not in ways that are completely disjunctive with our former selves.
6.-From an evolutionary point of view, what do you think is the root of our need for self-verification?
Here’s what I wrote about this in a chapter:
The origins of the self-verification motive can also be understood from an evolutionary perspective. Evolutionary biologists generally agree that humans spent most of their evolutionary history in small hunter-gatherer groups. Self-verification strivings would have been advantageous in such groups. That is, once people used inputs from the social environment to form self-views, self-verification strivings would have stabilized their identities and behavior, which in turn would make each individual more predictable to other group members (e.g., Goffman, 1959). Mutual predictability would facilitate division of labor, making the group more effective in accomplishing its objectives. Ultimately, the stable self-views fostered by self-verification strivings would bolster survival rates of group members (see Leary & Baumeister’s [2000] sociometer theory for another perspective on the utility of accurate self-knowledge for group functioning).
7.-What are you now working on?
My most recent emphasis has been on identity fusion. People become fused with a group when they feel a deep sense of connectedness and reciprocal strength with that group. Fusion is important and interesting because fused persons express willingness to engage in extraordinary behaviors in the service of their group membership. Various extreme behaviors have been examined, including endorsement of fighting or dying for the group and reactions to victory/defeat of one’s political party, social ostracism, and the willingness of transsexuals to endure painful surgery to achieve the physical characteristics of their preferred sex. In work involving some interpersonal variations of the trolley dilemma, fused persons endorsed jumping to their deaths in front of runaway trolley to save the lives of their fellow countrymen. In every instance, identity fused persons have displayed exceptional willingness to endorse extreme actions for the group.
Creo que fue Fernan Gomez quien dedico un libro suyo a un amigo con palabras revoloteando sobre la siguiente idea “su empeño no evito que muriese sin llegar a conocerse a si mismo”.
Algunos incluso creen conocerse, amigo Txomin.
A mí me encanta esa frase (aprox.) de “Los renglones torcidos de Dios”: “Le admira usted porque habla y se comporta como un jardinero. ¡Y es jardinero! Pero no le gustaría verle de director de este centro”
No, no estoy hablando concretamente de Zp, que también
“Los Renglones Torcidos de Dios” ¡Un gran libro!
¿Y qué te ha pasado? ¡No sabía nada!
Sobre el vínculo de las dolencias del alma y las del cuerpo hablaré en la serie sobre Psicología Social de la Salud. Lo que es claro es que el “buen rollito” no se sostiene: hace falta una moral bien vertebrada.
Te llamo y te cuento, aunque creo que ya te lo he contado, y de paso a ver si quedamos de una vez.
Quizás me lo hayas contado, aunque si se trata de una cosa de salud es raro que no lo recuerde. De todas formas me lo vuelves a contar y miramos a ver si tengo un comienzo de Alzheimer.
Muy bueno, para variar, Germánico. Yo creo que los extremos conllevan riesgos extremos, aunque útiles, como nos ha dicho Swann en el caso del tranvía, forman parte del Caos y son la excepción que construye la norma; quien quiere cambiar mucho con respecto a como es y quien no quiere cambiar nada. Tengo más que sospechas con respecto a que cambiar mucho correlacionará con enfermedades físicas, lo que habitualmente se conoce como origen psicosomático de la enfemedad, porque implica una tensión constante y elevada (por eso los varones morimos antes, jejeje). Cambiar un poco… bueno, “todos” cambiamos un poco a lo largo de la vida. “Todo” con moderación es saludable. También sabes que yo acabo de pasar por un proceso extremo, y casi me quedo sin duodeno, aunque afortunadamente la Providencia me procuró una generosa vía de escape.
El problema actual, ya lo sabes, es la animalización forzada de las personas vía virus de la empatía y la inteligencia emocional, el talante por encima del talento, el yo lo merezco todo porque mi mamá (y ahora mi coach) me dice que soy el más guapo en lugar de yo me lo gano. Así, con un poco de suerte, cuando seamos viejos jubilados la mayoría de los memos se habrán muerto antes de tanto fingir extremadamente y podremos disfrutar del resto de nuestras vidas sin tener que soportarles. La gente hoy en día no es como es, es como dictan los cánones de la mainstream new age y sus consecuencias: el buenismo. Hay un miedo cerval a ser como uno es, muestra evidente de que para algunos, la máxima de Goebbels “Una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en verdad”, la idolatría de la tolerancia es falsa, existe una intolerancia brutal a la diferencia individual, la gente no soporta el desasosiego de compartir la vida con personas que tienen otra forma de funcionar.