Creador del término biodiversidad, Edward O. Wilson ha sido sin duda durante toda su carrera un gran defensor de la naturaleza. Pero también ha acuñado otros términos, como superorganismo, para referirse a esas hormigas sobre las que nadie en el mundo sabe más que él, y Sociobiología, para designar toda una nueva disciplina de la que es fundador, y cuyos resultados han sido más que fructíferos.
Los Bancos y demás entidades financieras, a pesar de la injustificada fama que arrastran de usureros, realizan una fundamental labor en la sociedad al canalizar los fondos desde quienes disponen de ellos hasta aquellos que los necesitan para invertirlos. Pero además de esa labor tan mal comprendida, tienen Fundaciones que representan su cara más humana, al menos más comprensible para una naturaleza humana no debidamente pulida con el conocimiento de cómo funcionan las cosas en nuestras complejas sociedades (que, desde luego, no son, sociobiológicamente hablando, iguales que las de las hormigas).
La Fundación BBVA premia a Wilson, y en Desde el Exilio brindamos por ello.
La esencia del fenómeno de la biodiversidad, a mi entender, es la sutil pero no por ello menos estrecha relación existente entre todos los organismos vivos y lo necesaria que es para la biosfera y sus ecosistemas la conservación de esta diversidad biológica. Se trata de una cuestión en gran «medida» cualitativa, no tanto del número de organismos que pueblan tal selva tropical o la tierra en su conjunto, no es tanto cosa de biomasa vegetal y animal (aunque también eso sea importante) como de su interrelación en un sistema natural en el que el todo es mucho más que la suma de sus partes.
Ciertamente, entre nosotros, las únicas superhembras deformes son las venus prehistóricas ¡y algunas consumidoras voraces de hamburguesas!
Yo entiendo a los indignados en su indignación, pero no que carguen a diestro y siniestro, ciegamente, y con no poca fuerza precisamente contra las instituciones que son vitales para la recuperación económica que les llevaría a salir de sus precarias situaciones.
Germánico, te contestaré como negacionista de <i>pro</i>. Es realmente injusto que yo arremeta contra Wilson cuando no le he leído, pero verle relacionado con Stern y Ehrlich (y, de paso, la Fundación BBVA) me ha puesto los pelos un poco de punta.
Personalmente, seguiré sus investigaciones y proyecciones (no creo que ni él sea consciente de que le van a utilizar…). No creo que, a pesar de su imagen buenista, sea alguien «inofensivo». He estudiado mucho sobre biodiversidad, lo suficiente como para saber que nadie sabe cómo medirla (bueno, y los que dicen saber, no tienen n ip.i.) Al parecer se siguen avanzando causas «sesgadas!». Noy hay en las sociedades humanas una superhembra deforme a la que se le confíe la reproducción, gracias a Dios. No nos parecemos ni por el más mínimo atisbo a los himenópteros.
Seguimos en contacto! 🙂 (y ahora intento averiguar qué demonios hacen los indignados; no creo que estén interesados en estas causas «menores».
Catalina, creo que no se le hace justicia a la Sociobiología de Wilson si uno dice que lo que ha hecho es extrapolar resultados de comunidades de hormigas al comportamiento humano. Un estudio comparado de las distintas sociedades animales nos permitirá ver qué tienen en común y en qué se diferencian, y esto nos permitirá a su vez delimitar con cada vez mayor precisión el concepto mismo de sociedad.
Ehrilch y Wilson, en efecto, compartieron un premio, por lo que veo en el enlace que nos proporcionas. No sé qué más tendrán en común, pero el ser ambos premiados con ese Nobel para disciplinas que no entran en el Nobel significa tanto como el premio (este sí, Nobel) recibido por Hayek junto con Myrdall por lo que respecta a sus comunes ideas.
Sea como fuere, Wilson es uno de los más importantes biólogos evolucionistas vivos, y el fundador de una Sociobiología que sirve de fundamento para un nuevo enfoque -creo que muy necesario- de la naturaleza y la sociedad humanas.
En cuanto a la crítica que haces a los premios de la fundación del BBVA me parece bastante -¡¡¡fundada!!!
Sobre todo por lo que se refiere a una de las categorías, dedicada al cambio climático. Pero bueno, eso ya te lo podías imaginar, en este blog somos escépticos, o, dicho con neolengua, negacionistas.
Yo he procurado destacar el aspecto positivo de la Fundación y sus Premios, y aprovechar la ocasión para recalcar que los Bancos no son los malos de la peli, que eso es algo de lo que no se han enterado, entre otros, esos miles de manifestantes que hoy confluirán en la Puerta del Sol, al grito indignado de NO AL CAPITAL.
Pues, Germánico, sin ánimo de quitarle méritos a E. O. Wilson, a mí me preocupa bastante que alguien se dedique a extrapolar resultados de comunidades de hormigas al comportamiento humano. Ya Paul R. Ehrlich, también entomólogo, nos dejó unas cuantas pesadillas malthusianas a cuenta de lo finito de los recursos y las poblaciones de insectos.
Y buscando un poco, parece que Wilson y Ehrlich están bastante relacionados:
http://www.britannica.com/facts/5/990336/Paul-R-Ehrlich-as-discussed-in-Edward-O-Wilson-American-biologist
En cuanto a la Fundación BBVA y sus premios, un lobo con piel de cordero dentro de su programa de Responsabilidad Social Corporativa. Fíjate que en la sección de Cambio Climático el ganador es Nicholas Stern por su informe que concluía que era menos costoso poner remedio al cambio climático ahora que esperar a reparar sus consecuencias en el futuro.
A mí me parece que la Fundación BBVA, algo generalizado ahora, está avanzando ciertas causas como una inversión que le deparará pingües beneficios en un futuro no muy lejano. Y, sí, lo reconozco, soy una conspiranoica.